El consumo de alimentos ricos en grasas, azúcar, sal, alcohol y cafeína se deben controlar cuando se tiene estrés constante y alto, porque su consumo excesivo puede provocar consecuencias negativas en el organismo.
Pese a que el estrés, un mal típico del siglo XXI, se suele deber a múltiples factores, entre ellos la ingesta excesiva de algunas bebidas y/o alimentos, entre ellos el café.
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En su cotidianidad hay muchas situaciones que le pueden provocar estrés, como el exceso de trabajo, problemas familiares o la situación económica. De acuerdo con los expertos, alimentación también puede contribuir a empeorar el estrés, es especial cuando se consumen altas porciones de alimentos que causan picos de energía al organismo.
Esquer es categórica: “cuando alguien necesita la cafeína para funcionar es que está haciendo algo mal”, de manera que se tendría que consumir “el mínimo café posible”. Para Esquer, “el café es un estimulante, que hará que luego necesites más para paliar los bajones, de modo que conviene reducirlo hasta convertirlo en un placer de consumo esporádico”.
Sin embargo, no parece existir consenso a nivel científico sobre la relación del café con diversas patologías. Mientras otros estudios, como el realizado por la Universidad de Harvard, señalan que las personas que consumen una taza de café al día tienen menos riesgo de padecer diabetes de tipo 2, otro de la Duke University, en Carolina del Norte, asegura que la cafeína dispara los niveles de glucosa en este tipo de diabéticos, lo que, para Esquer, es motivo suficiente para eliminar su consumo.
Curiosidades
La nutricionista australiana Lyndi Cohen ha indicado al diario ‘Daily Mail’ que es mejor posponer el consumo de café por la mañana, ya que tras despertar “los niveles del cortisol (hidrocortisona) [en el cuerpo] están al máximo”. Por su parte, la cafeína “impide que el cuerpo produzca cortisol, y uno se vuelve dependiente de la cafeína como estímulo de energía”. Ello podría explicar “por qué se siente adicción o necesidad de tomar una taza [de café] tras despertar”.
De esta manera, Cohen sugiere que es mejor consumir café a media mañana, o entre las 10:00 y las 12:00 horas, cuando los niveles del cortisol bajan.
Además, se recomienda tomar la última taza hasta el almuerzo. En vez de café, es aconsejable tomar infusiones o bebidas descafeinadas después de esa hora. Cohen ha destacado que “cada persona tiene una tolerancia diferente a la cafeína”, pero por lo general, “para tener una noche de descanso es mejor no tomar café al menos seis horas antes de dormir”. De hecho, la nutricionista aconseja las 14:00 horas como “el momento para el último café”.
Beneficios para hacer ejercicio
Curiosamente, la especialista ha señalado que el café puede resultar positivo para el ejercicio si se consume antes de realizar actividades físicas. “Es cierto que tomar café antes de un entrenamiento puede ayudarle a levantar mayor peso, repetir más ejercicios o correr más rápido”, ha apuntado.
Cohen ha recordado que existen varios estudios que demuestran que el consumo de café antes de hacer ejercicio “puede mejorar el rendimiento y niveles de energía”. Como el café se absorbe rápido por el flujo sanguíneo, la nutricionista aconseja tomarlo 30 minutos antes de la actividad física. Además, ha agregado que un estudio indica que “la cafeína puede ayudar a estimular el metabolismo entre un 3 y 11%, y así quemar grasa”.
La cantidad ideal
Finalmente, Cohen ha revelado cuánto café se considera una cantidad apropiada y sana para la salud. “Deberían evitar tomar más de 400 miligramos de cafeína diariamente, lo que contienen dos o tres cafés para llevar o cuatro hechos en casa”, ha señalado.
La australiana ha destacado que es importante tener en cuenta que hay personas que son “sensibles a cantidades diferentes”, por lo que hay que intentar saber cuál es la de cada uno.

